La Secretaría de Igualdad arranca en este nuevo número con una sección propia a la que hemos querido llamar Mujeres en Unión, en homenaje al premio que desde hace años otorgamos a una individualidad o a un colectivo que destaquen en la lucha por la igualdad entre mujeres y hombres.
En esta nueva sección contaremos con destacados profesionales del ámbito de la cultura, el pensamiento, la ciencia, la política, el sindicalismo y la sociedad civil, con los que compartiremos nuestras preguntas y reflexiones. Visualizar la brecha de género así como otras desigualdades, de raza, discapacidad o LGTB, que se dan en nuestro trabajo es el impulso de esta nueva sección.
Albergo el deseo de que este nuevo espacio abra un debate en torno a la realidad laboral de las actrices y contribuya al análisis que la Industria Cultural ha de realizar con urgencia sobre la brecha laboral y de representatividad de las mujeres en el marco de la cultura.
Sabemos que el arte ofrece posibilidades de cambio, pero el arte también puede conservar y preservar. No hay duda que los roles de género estereotipados han sido preservados y reproducidos tanto en términos cuantitativos como cualitativos, y los mensajes de género sesgados continúan siendo transmitidos en las producciones culturales.
Desafortunadamente los datos son contundentes y nada favorables para el trabajo de las actrices. En un escenario de enorme dificultad por el que atraviesa la cultura de nuestro país se observan diferencias significativas por sexo entre el empleo vinculado al ámbito cultural y al empleo total, con una mayor proporción de hombres, 60,4%, frente al 39, 6% de las mujeres. Sabemos también que mientras que el empleo masculino comienza a recuperarse el de la mujeres continua estancando en unas cifras que resultan decepcionantes en cualquier sector, pero que son especialmente vergonzosas en el ámbito de la cultura, un espacio que debería ser el gran aliado de la igualdad y el progreso, laboralmente abandona a sus mujeres, las cifras son contundentes , 20% de personajes para las actrices frente al 80% de personajes para actores en nuestras series de TV y en nuestro cine y el teatro no mejora sustancialmente los datos, 25% actrices, 75% actores. Datos realmente vergonzantes para la cultura de cualquier país.
Creo importante inaugurar esta sección con Virginia Yagüe por su representatividad en la lucha de las mujeres de la cultura, porque además de ser una de nuestras mejores guionistas, ha sido reelegida por segunda vez, vaya desde aquí nuestra felicitación, como presidenta de CIMA (Asociación de mujeres cineastas y del audiovisual) Agradecemos su disponibilidad pues en cuanto le conté el nacimiento de este espacio enseguida se hizo cómplice y decidió participar
Solo un deseo más, que hagáis vuestra esta sección y contribuyáis a este debate que abriremos en cada número.
Berta Ojea
Secretaria de Igualdad de la Unión de Actores y Actrices
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La tragedia que no podemos permitirnos
Este guion está mal. Ya os lo digo yo. Y si el guion está mal poca película sacaremos de aquí.
Partíamos de una buena base con una premisa interesante que tenía forma de Ley Orgánica, nacida el 22 de marzo de 2007 para garantizar la igualdad efectiva de mujeres y hombres. Hace ocho años se nos presentaba esta historia que nos garantizaba un buen arco, con un desarrollo entretenido, con conflictos garantizados que se debían resolver para seguir avanzando en el relato y con la mirada puesta en un desenlace positivo que hiciera que esta película cobrara un sentido pleno y actual. Pues bien, ocho años después, nos hemos quedado atascados en ese desarrollo sin saber cómo resolver los primeros problemas, varados en una dolorosa realidad que afecta al colectivo de mujeres profesionales que desarrollamos nuestra labor en el cine y la televisión y, por extensión, a las profesionales de la cultura y la creación.
Esta no es una cuestión de apreciación. La situación está perfectamente documentada y es objetiva. En el año 2008 se publicó el Estudio de la Universidad Complutense: “Mujeres y hombres en el cine español” que examinaba la situación en las películas españolas entre 2000 y 2006. Entre otros muchos resultados preocupantes se probó que, durante esos años, sólo el 7.3% de largometrajes habían sido dirigidos por una mujer, solo el 15% tenían a una mujer entre sus guionistas y solo el 21 % tenían una mujer en alguna de las categorías de productores. El 62% de las películas estaban protagonizadas por personajes masculinos, frente al 35% que tenían protagonistas femeninas. Según los datos que proporciona la Secretaría de Igualdad de la Unión de Actores y Actrices en la actualidad los personajes femeninos en el audiovisual son tan solo de un 20%. Un 25% en teatro.
El paraguas de la crisis no sirve para justificarlo todo. Por supuesto que los y las profesionales del audiovisual hemos atravesado – todavía lo hacemos – por un periodo muy complicado. Tan cierto como que vivimos una pretendida naturalización del funcionamiento sexista de las instituciones culturales, políticas, económicas incluso simbólicas, que tratan de hacernos creer que estar en una representación del 20% es lo normal, que no hay mujeres para cubrir determinados puestos, que es más interesante un hombre protagonista que una mujer para garantizar una buena historia, que los papeles para las mujeres en el audiovisual deben sólo reflejar la realidad de jóvenes, guapas, acompañantes de las decisiones masculinas o, en su defecto, relegadas a roles maniqueos de madres, abuelas o maduras amargadas.
Esto sí que es realmente preocupante y no puede difuminarse aceptando esa pretendida intención de naturalizar lo que es anómalo y excluyente. No vale con ablandar la lectura de la realidad pensando que no hay discriminación en nuestro sector sólo porque no la hayamos vivido en las propias carnes o porque pensemos que somos un colectivo especialmente progresista. No podemos permitirnos un cine y un audiovisual repleto de clichés y estereotipos femeninos que lejos de reflejar la realidad y sintonizar con ella sólo respondan a la visión de la mitad de la población y, concretamente, a una toma de decisión eminentemente masculinizada.
Desde los colectivos, desde los sindicatos como Unión de Actores y Actrices, desde las asociaciones profesionales como CIMA, tenemos que asumir la situación, hacerla visible y operar en consecuencia con exigencias contundentes a las autoridades y todos los agentes implicados para que tomen medidas correctoras encaminadas a garantizar la igualdad. Porque si no lo hacemos esta situación se convertirá en crónica e irrecuperable.
Necesitamos más mujeres dirigiendo películas, haciendo guiones, impulsando desde la producción historias que propongan personajes reales, con los que podamos sentirnos identificadas y que, a la vez, sean modelos femeninos en los que las mujeres del mañana puedan reflejarse.
Lo necesitamos para haceros llegar personajes de mujeres dispares, diversas, plurales y proporcionaros una paleta amplia en la que tengáis espacio para desarrollar vuestra profesión haciendo que vuestro enorme talento pueda brillar.
Compañeras actrices: no veros, no escucharos, no poder disfrutar de vuestro trabajo es una verdadera tragedia. La única que no podemos permitirnos.
Virginia Yagüe
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Virginia Yagüe cuenta con una dilatada trayectoria profesional como guionista de series de televisión como La Señora y 14 de Abril, la República, Amar en Tiempos Revueltos y la tv movie Prim, el asesinato de la calle del turco, Globo de plata en el World Media Festival de Hamburgo 2015 y Medalla de Oro Mejor TV Movie en Festival Internacional de NY 2015. Actualmente es coordinadora de guion de la serie La Verdad que emitirá Tele 5 en 2016.
En cine, ganó la Biznaga de Oro del Festival de Málaga 2012 por el guion del largometraje Els Nens Salvatges, su tercera película después de Para que no me olvides y su participación en los filmes grupales En el mundo, a cada rato, Ellas son África y Yo decido. El tren de la libertad.
En narrativa ha publicado El Marqués (Temas de Hoy), Alex. Los niños salvajes. (Plataforma Editorial) y La última princesa del pacífico (Planeta 2014)
Virginia Yagüe es presidenta de CIMA (Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales) y vicepresidenta de DAMA (Gestión de derechos de Autor de Medios Audiovisuales).