Entre Ángel Ruíz y Miguel de Molina hay una conexión especial. Ambos son de origen andaluz, sí, pero el destino les ha unido mucho más allá que por la seña del territorio. Comparten arte, comparten sueños, comparten amor. Pero, sobre todo, comparten la experiencia de sentirse parte de un momento que, casi sin querer, les ha encumbrado entre copleros. Ahora, Ruíz le da vida en el Teatro Rialto y, para muchos, es la viva imagen del cantante: un rey sin corona que vivió abrazado a la copla durante toda su vida. Luchador y abanderado de la libertad y del movimiento gay ni una guerra civil ni una dictadura franquista logro silenciar su voz.
24 años después de su muerte, Ángel Ruiz, último premio de la Unión de Actores y Actrices al mejor actor protagonista de teatro, la alza todo lo alto que puede en un disco que recoge sus versos más profundos, la copla que cala hasta los huesos y el sentimiento que rasga las entrañas. Es amor y tierra. No hay duda. Un viaje emocional a una de las gargantas más reconocidas como desgarradas.
¿Cómo nace la idea de crear este proyecto discográfico?
Fue Atresmedia Música la que se interesó por este proyecto a raíz de la función de teatro que venía haciendo en el Teatro Rialto.
¿Cómo definiría este disco en una palabra?
Es algo muy complicado. Creo que el mejor concepto que lo define es pureza porque lo que hemos intentado con el disco es ir a lo más esencial, al género. Tanto nosotros como la propia productora musical decidimos qué era lo que había que hacer, cómo mostrarlo y acercarlo de la forma más pura al público.
¿Con qué canción de Miguel de Molina se queda y por qué?
Me quedaría con el “Zarongo”, por lo que significa. Es una canción popular a la que Federico García Lorca le puso la letra. Me parece que es una belleza.
¿Por qué debemos tenerlo y escucharlo?
A los que le guste la copla se van a encontrar con un concepto muy diferente de cómo hay que abordarla. Y a los que no, porque no se han enfrentado a ella de esta manera, desde una perspectiva muy sencilla. Este es un disco hecho con el alma y con la intención de hacer de la copla un género, que ya lo es, pero ahora desde el punto de vista más desnudo, puro y claro.
Miguel de Molina está considerado como el rey de la copla, cree que hoy es fácil tener un público coplero
No es nada fácil, porque el público coplero tiene una mirada hacia un pasado muy reciente. Nuestra intención es que miren hacia un pasado más lejano, es decir, a los inicios originales de la copla. Ésta surgió en un momento de efervescencia del arte popular. Es un género lleno de vida que viene del pueblo y donde muchos intelectuales, como Rafael de León, Manuel de Falla o Federico García Lorca, se fijaron para hacer de él un género de altura. Hoy en día, por el contrario, es complicado porque hay una mirada recelosa a la copla que nos lleva al pasado franquista, a las folclóricas.
¿Para cuándo un disco propio y personal con tus canciones?
No es mi intención. Mi carrera musical siempre ha estado ligada al teatro, nunca he compuesto mis canciones ni he tenido esa intención. Si en un futuro me proponen la posibilidad de cantar canciones propias o compuestas por otros sería algo maravilloso, pero por el momento no es algo que me plantee ni a corto ni a largo plazo.
¿Por qué revivir la figura y leyenda de Miguel de Molina?
Por varias razones. En primer lugar porque es una figura que hay que recordar y tener en cuenta porque ha sufrido las consecuencias del olvido. Me parece que Miguel de Molina es un referente artístico por ser alguien que tuvo una marcada personalidad artística, que sufrió las consecuencias de la guerra y de la postguerra. Y segundo lugar por su historia y su persona. Creo que es necesario hacer justicia con esos hechos que acaecieron después de la guerra donde se pisoteó la diferencia y todo aquello que tuvo que ver con la libertad.
Fue un referente en muchas cuestiones: no sólo como artista sino también como icono gay. Fue de los primeros que se dedicaron a la copla y que no ocultaba su orientación sexual, un abanderado de la libertad. Realmente lo que hago en la función es que, a través de esta historia, cuento lo que pasa hoy en día. Lamentablemente, hoy seguimos dando palizas.
¿Qué factores como artista crees que marcaron a Miguel de Molina su experiencia tras la Guerra Civil y su condición homosexual durante la época de franco?
Él se forjó como artista mucho antes. Entonces, creo que todo lo que le sucedió le marcó personalmente. Se hizo más duro, pero como artista no le marcó nada.
¿Qué hay de Ángel Ruiz en el personaje de Miguel de Molina?
A través de Miguel de Molina descubres y ves cosas en el personaje con las que empatizas, que están dentro de ti en mayor o menor medida. Con Miguel de Molina tengo muchas cosas en común: aparte de ser malagueño y republicano. En seguida empatice con él por esa capacidad de supervivencia en mayor o menor grado. Yo cuando me vine a Madrid venía con 50.000 pesetas en el bolsillo y nada más. Esta cosa que tenía él de buscarse su hueco, me une además curiosamente con el primer sitio donde trabajé haciendo cabaret: El Vila Rosa fue el primer sitio donde él trabajó por primera vez.
¿Si estuviese vivo Miguel de Molina y pudiese hacerle una pregunta que le dirías?
Primero algo que le atañe a lo personal, que es: quién y por qué le dieron esa paliza. Es algo que él se llevó a la tumba. Y, segundo, ya a título artístico, cómo ve el panorama artístico en este país actualmente. Me encantaría saber qué es lo que piensa con respecto a esto.
¿Es supersticioso encima del escenario?
No, para nada.
¿Cómo se prepara detrás del escenario antes de una obra?
No suelo hacer nada. Lo único que pido es agua caliente porque me caracterizo bastante.
¿Cómo llamaría la atención de todos aquellos que no han ido todavía a ver la obra? ¿Por qué deben hacerlo?
Primero porque se van a sorprender. La gente piensa que va a ver sólo un espectáculo sobre la copla, pero por lo que he visto salen alucinados y descubren una copla que antes no sabía. También el público en general se identifica bastante y se sorprende con la vida de este personaje. Yo les diría que se dejen de prejuicios y vengan al espectáculo porque van a descubrir algo, van a salir tocados, van a asistir a un viaje emocional, van a reír y a llorar, pero además no van a salir indiferentes, les va a hacer pensar sobre nuestra situación.
¿El público, entonces, es importante en esta obra?
El público, constantemente, se hace notar. En mi espectáculo yo les integro mucho, les hago pensar que son periodistas. Hay gente que se emociona. Yo recuerdo en Málaga cuando la estrené que había una mujer muy mayor, que en el momento final cuando ya terminaba la obra se puso a gritar: “No te vayas Miguel que aquí te queremos mucho”. Se había metido tanto en la obra que creía que yo era el propio miguel. Eso es algo maravilloso porque significa que has conseguido transportar al público a la historia.