En los últimos tiempos asistimos a una explosión creativa que no se corresponde con la situación del país. Parece que mientras la economía se contrae, los artistas han decidido ser los más tozudos y dedicarse a repensar la manera en que hacemos teatro y cine. Más allá de la necesidad del actor/actriz de explorar los límites de la interpretación y la creación hemos asistido a una nueva realidad, la del low cost cultural.
‘Buenas ideas, pero poco presupuesto’ ha sido la tónica general del contexto cultural español. Hemos asistido a la destrucción de un modelo cultural y su caída ha sido jaleada por sectores enteros del establishment. Lo peor es que nadie se plantea nada nuevo más allá de volver a lo anterior. Nadie salvo los protagonistas de esta historia, ha sido el sector quien finalmente ha iniciado el surgimiento de nuevos proyectos basándose en nuevas formas de financiación: desde las Uniones Temporales de Empresas a las cooperativas, de los crowdfunding a los teatros con socios estables…
Somos conscientes de que esta nueva realidad es imperfecta y debe ser mejorada, pero sin duda desde la Unión seguiremos muy de cerca aquellos proyectos profesionales con propuestas que garanticen los derechos a los trabajadores y la calidad para el público.
Uno de los frutos de estas nuevas formas de creación y financiación de proyectos culturales es el Teatro del Barrio de Madrid, donde fue estrenada la obra Ruz-Bárcenas, basada en el interrogatorio del Juez Ruz al tesorero más famoso de España, con texto de Jordi Casanovas y bajo la dirección de Alberto San Juan.
Alberto San Juan
Desde que dirigiste el montaje teatral, Bárcenas ya ha salido a la calle (aunque continua imputado), el Juez Ruz ha sido apartado del caso y la obra, a punto de estrenarse en la gran pantalla. ¿Cuál de las tres te extraña más?
Me extraña más el estreno de B, pequeño síntoma de un cambio en proceso que, espero, llegará a ser enorme.
¿Cómo se consigue dar vida a unos personajes que no dejan de ser personalidades conocidas, reales y qué acarrean el peso de ciertos prejuicios, tanto por parte del espectador como para el actor?
El trabajo se basa en lo poco que conocemos de ellos a través de las imágenes de televisión.
En una época en la que se habla tanto de la importancia de los discursos hegemónicos, de la disputa por el sentido común y sobre quién construye del relato de la realidad… ¿qué papel cumplen teatro y cine?
Teatro, cine, literatura… la cultura, en definitiva, supone observar el mundo, reflexionar sobre lo vivo. Es la única manera de poder actuar conscientemente sobre la realidad. Es decir, la cultura es el paso previo, imprescindible, a la política.
¿Crees que hubiera sido posible una obra así hace 8 o 10 años, antes de que estallara la “crisis”? ¿En qué ha cambiado el público? ¿O en qué han cambiado los creadores?
Ha habido un amplio despertar. Un darse cuenta de que caminábamos con los ojos cerrados al borde de un abismo. Seguimos al filo del precipicio, pero ahora tenemos los ojos abiertos.
“¿La verdad no cambia nada?” se pregunta el subtítulo de la película. ¿Qué opina Alberto San Juan, puede cambiar algo? Y el teatro, el cine y, en general, la cultura, ¿pueden o no pueden hacer cambiar?
Sin conocer la realidad no se puede actuar sobre ella, no se puede cambiar nada. Conocerla no garantiza el cambio pero generalmente la posibilidad de hacerlo.
Con motivo del reciente estreno en cine de B, la película, inspirada en el montaje Ruz-Bárcenas, la Revista Actores ha visitado al equipo que ha hecho posible este proyecto. Precisamente en el Teatro del Barrio, nos recibieron y charlamos largo y tendido con Pedro Casablanc (Bárcenas), Manolo Solo (el Juez Ruz) y David Ilundain (Director) y esto fue lo que nos contaron sobre el controvertido film:
La primera pregunta es obligada. ¿Cómo nació la idea de llevar Ruz-Bárcenas a la gran pantalla?
David Ilundain: Fui a ver la obra con unos amigos, sin pensar en nada concreto. Fuimos a tomar unas cervezas y a hablar. Yo ahí ya estaba maquinando: esto podría ser, podría ser… Dos meses después, volví a verla y se lo propuse al equipo. Al principio, fuimos poco a poco. Ellos han confesado que no se fiaban un pelo… [Riendo]
Manolo Solo: Todo lo contrario, no nos lo podíamos creer, nos parecía una quimera, pero David tenía la voluntad de levantar este proyecto contra viento y marea.
Pedro Casablanc: Era muy difícil sacar adelante un proyecto así, que corre el riesgo de ser polémico y cinematográficamente muy diferente a todo lo demás…
Difícil parece, desde luego. Atreverse a llevar al cine una obra de un género tan poco popular como el verbatim o teatro documental…
M.S.: Jordi Casanovas, el autor del texto teatral, quería hacer una obra sobre corrupción, pero no le salía nada creíble. Un día se descargó la transcripción de la declaración de Bárcenas y dijo: esto es más creíble que lo que yo pueda escribir. Se lo propuso a Alberto San Juan, él nos lo propone y nos metemos al experimento.
D.I.: Hablé con Casanovas para tratar el guion de cine y me aconsejó, muy sabiamente, no hacer ciertas cosas de película convencional que yo le propuse. Acabamos haciendo de la necesidad virtud… pensamos que cualquier cosa que escribiéramos no iba a estar a la altura. Si hubiéramos tratado de acompañar su texto con florituras o chistes, hubiera acabado sin ser creíble como es ahora. Salvo el arranque y otras tres fases sin peso, el 99% es género verbatim, fiel a la transcripción de la declaración de Bárcenas ante el juez.
¿Y creéis que a Bárcenas le gustará la película?
D.I.: A Bárcenas y al Juez Ruz, y a todos los que estuvieron en aquella sala les va a parecer interesante, porque es tan fiel… Pueden discrepar en detalles, pero lo que decimos, lo dijeron.
P.C.: Ha venido gente que estuvo dentro de la audiencia: periodistas, secretarias del Juez Ruz, que salieron encantados, diciendo que verían una parte de la realidad. Aun así, yo siempre insisto en que al señor Bárcenas como persona le tengo mucho respeto, él defiende su “personaje” como yo defiendo el mío. Es una película seria, no pretendemos parodiar a nadie. Puede sonar árido pero no lo es, el texto original de la declaración tiene mucho humor, humor negro.
M.S.: Es así, no intentamos parodiar, solo damos vida a unos personajes. Mi personaje [el Juez Ruz] no creo que vaya a escandalizarse ni sentirse ridiculizado.
Personas públicas que están vivas y en el candelero. ¿Cómo es la creación de un personaje así? ¿Cómo se relaciona el actor con los prejuicios que pueda tener?
P.C.: Para hacer de Bárcenas he tratado de que la ficción se acercara a la realidad: la caracterización, la forma de moverse… El timbre de voz fue lo más arriesgado, aquí la realidad supera la ficción: cómo un hombre tan grande puede tener esa voz tan atiplada, como de cantante de ópera. Intenté varios tonos y resultaba un tanto paródico o grotesco y corría el riesgo de que el público lo entendiera como parodia. Para mí, ha sido un placer, la situación es muy buena, tiene mucho que ocultar, mucho que defender y utiliza la inteligencia de una forma muy al límite. Bárcenas tiene mucho que hacer en esas 4 horas, se la está jugando… incluso para su vida real fue un momento muy teatral o cinematográfico.
M.S.: Un personaje real, vivo, contemporáneo me hace recelar: la gente tiene la expectativa, compara… eso me da mucha responsabilidad. Al Juez Ruz lo traté como un personaje de ficción, dando vida y verdad a un relato, no solo imitando sus gestos o su movimiento. Me pasó con Felipe González en “Las Guerras correctas”, yo podía poner mi acento andaluz, pero es él es un icono… Con Ruz no fue así, porque no es tan reconocible, no es un personaje como lo es Bárcenas.
Se habla mucho de quién y cómo construye el relato de la realidad, lo que se considera “verdad” sobre los acontecimientos políticos que suceden a diario a través de la televisión, el cine… El subtítulo de la película es “¿La verdad no cambia nada?”, ¿qué habéis aportado vosotros a la verdad?
M.S.: Esta peli es una manera de presentar el hecho al público de manera completa, sin fraccionar, no por titulares, que son más fácilmente manipulables y que depende de la afiliación de cada medio. La intención es para que sea el público quien saque sus conclusiones, no conducirlo hacia lo que tiene que pensar.
P.C.: Al principio cuando leímos el guion nos parecía difícil… ¿a quién le iba a interesar? Pero fue como una semilla: cuando la plantas, no sabes si va a nacer. Y ha nacido.
La película trata un tema que genera mucha polémica. ¿Usar crowdfunding o micro-financiación colectiva fue una apuesta decidida o más bien una necesidad?
D.I.: Las dos cosas. En un primer momento busqué los apoyos normales: distribuidoras, productoras, cadenas de tele y no salía. Suele ocurrir que a veces tu mayor defecto se convierte en tu mayor virtud y así fue. Esta obra le interesa al público por una serie de circunstancias: es un asunto que conoce, pero no lo conoce del todo…. Sin embargo, puede que a los intermediarios en el statu quo no les interese tanto o no se atreven. Por eso decidimos apelar al público.
Llevar una obra así al teatro, con la polémica que trae el tema, con un género como el verbatim, hacerlo con a través de un crowdfunding… Y además cumplir con el Convenio. ¿Cómo se hace?
D.I.: Siempre pensé que si no podíamos pagar a todo el mundo, técnicos y actores, no merecía la pena sacar el proyecto adelante, pero ojalá hubiéramos podido cumplir de verdad, pagando lo que se merecen cada uno y no solo por encima de los mínimos del Convenio.
No soy partidario de hacer cosas sin cobrar, no creo que sea modelo. El dinero no lo es todo… pero por lo menos teníamos que conseguir el mínimo para pagar a todo el mundo.
No quisimos acabar de hablar de la película sin charlar también con Carlos Olalla, actor muy comprometido con la profesión y que, en esta ocasión, se ha metido en la piel del Fiscal Romeral.
El Fiscal Romeral, bajo sospecha de estar vinculado al Partido Popular, acusado de entorpecer el proceso judicial y constantemente presionado por las acusaciones, el Ministerio fiscal y la defensa… ¿Un papel complicado o un “papelón”?
[Riendo] La verdad es que no sé por qué es el cuarto fiscal que hago en los últimos años, y dos de ellos, éste y el de la película Lasa y Zabala, estaban en las antípodas de mi pensamiento político. Cuando me plantean papeles así me fijo en el contenido de la película y, solo si coincido con él, los acepto encantado porque sé que no haré algo que vaya en contra de lo que creo. Eso es lo que me permite trabajar esos personajes intentando dar lo mejor de mí mismo y defendiéndolos con uñas y dientes. En este caso la mayor dificultad estaba en transmitir, en las pocas frases y muchas escuchas que tenía mi personaje, lo incómodo que debía sentirse ese fiscal en aquella declaración en su difícil equilibrio de aparentar una agresividad con Bárcenas que en realidad nunca tuvo.
¿Cómo es la creación del personaje de una persona pública y aún viva? ¿Cómo se relaciona el actor con los prejuicios que pueda tener sobre su personaje?
Igual que cada actor tiene su método, cada personaje tiene muchas formas de ser creado. Para acercarme al fiscal Romeral utilicé el juego de un bolígrafo en la mano. En este caso la ventaja para mí como actor es que no se trataba de un personaje conocido por el gran público y eso me daba un campo de maniobra muy amplio, no como los personajes que interpretan Pedro y Manolo, a los que estamos acostumbrados a ver en el telediario. Verles trabajar durante el rodaje fue una de las mejores clases de interpretación que he tenido en mi vida. Son dos verdaderos monstruos de la interpretación.
Eres un actor comprometido y coherente, este compromiso el que te ha llevado hace unos meses a anunciar tu retirada de los escenarios en los que la precariedad es el pan de cada día. ¿Qué consejo le darías a un joven actor o actriz que empiece ahora?
Soy comprometido y pretendo ser coherente porque no puedo permanecer impasible ante lo que veo a mi alrededor. Como decía Pepe Bergamín, “existir es pensar, y pensar es comprometerse” Por eso tomo partido, y lo hago desde mi profesión de actor como también lo haría si fuera fontanero, reparando solidariamente las cañerías de casas okupadas o dando clases a chavales marginados. Lo que está pasando es demasiado grave como para quedarnos sentados tranquilamente en casa dándole al “me gusta”. Por eso decidí bajarme públicamente de los escenarios hasta que bajasen el IVA cultural. Fue mi forma de pasar de la protesta a la acción. No pretendí que nadie me siguiera sino, simplemente, que todo actor y actriz, antes de subirse a un escenario, se preguntara sinceramente si lo iba a hacer para defender nuestra profesión o para prostituirla. No fue una decisión fácil porque el teatro es lo que más amo y porque debía, y sigo debiendo como la mayoría, varios meses de alquiler. Yo no soy quien para dar consejos. Lo que sí haría es contestar sinceramente a todas las preguntas que quisieran hacerme sobre la realidad de esta profesión, con sus luces y sombras. Cada un@ tiene su propio camino y debemos ser solo nosotr@s quienes elijamos el que queremos seguir.