En un mundo globalizado, en el que Europa pierde su sector industrial de manera continua y donde los diferentes gobiernos se centran en repensar los sectores estratégicos para el continente, el mundo de la cultura tiene mucho que decir, Europa es su cultura.
La cultura europea ha sido y es fuente de cohesión y de estructuración social, es parte de nuestra historia y de nuestra vida pero también es fuente de riqueza material e inmaterial. Nuestro país, en su diversidad, es además eje principal de la cultura europea. Su función como lugar de encuentro entre culturas. Europa, África y América han constituido la cultura de nuestro país y nuestra lengua, el castellano, que junto con las lenguas cooficiales vehicula un entorno cultural que en 2014 casi alcanzaba a 470 millones de hablantes.
La cultura nos conecta pero también genera un sector económico fuerte que representa, contando con la propiedad intelectual, el 3’4% del PIB. Este sector los forman sus trabajadores que crean, interpretan y producen y que de ellos, 346.100 personas son asalariados, en base al último anuario estadístico del Ministerio.
Entre esos trabajadores las condiciones de trabajo son claramente mejorables, en concreto los actores y actrices nos encontramos con que, en base al Estudio Sociolaboral encargado por la Fundación AISGE al colectivo IOE, la mayoría debemos compaginar nuestra profesión con otros empleos y aun sufrimos con mucha importancia el subempleo y el trabajo en negro.
Sabemos que la situación de los actores y actrices tiene muchos rasgos en común con otras disciplinas artísticas así como con los técnicos con los que compartimos empleo en los diferentes medios: teatro, audiovisual…. Nosotros hemos analizado estos puntos en común y hemos llegado a una conclusión, somos trabajadores intermitentes. Por ello, a todos los trabajadores intermitentes de la cultura, los denominaremos trabajadores artísticos sean los propios artistas o los técnicos que ayudan a que nuestras obras sean una realidad. Creemos que es necesaria una reflexión sobre la necesidad de unir al sector en torno a las condiciones comunes.
Entendemos que lo que entendemos generalmente por intermitencia comparte muchos elementos con problemas de otros trabajadores, como por ejemplo la temporalidad o la inseguridad del empleo, pero tiene elementos totalmente diferenciadores.
En primer lugar, la intermitencia del trabajador artístico es estructural, no puede ser de otra forma y es parte sustancial de la actividad que se desarrolla. En el concepto mismo de obra se encuentra la intermitencia dado que será siempre un proyecto con vocación de finalizar, limitado en el tiempo y sujeto a unas necesidades de explotación que varían en el tiempo.
La intermitencia es temporalidad. La temporalidad de la obra es inevitable y permite que los diferentes proyectos se desarrollen liberando la creatividad y permitiendo la diversidad que el arte genera. Es una temporalidad inestable, dependiente del éxito comercial o el apoyo, público o privado, que logre movilizar. Es una temporalidad puntual, lejos de largos periodos se caracteriza por múltiples actuaciones breves, sin una continuidad real en el tiempo, cada “evento” es en parte independiente.
La intermitencia es inseguridad. Nuestro trabajo depende de la obra y del favor del público, estamos atados a la novedad y a la innovación. Es intrínseco a la condición artística el cambio de lugar de trabajo constante y la pérdida de los conceptos ordinarios de día festivo o de nocturnidad, es en esos momentos y espacios donde la actuación generalmente se realiza con mayor éxito.
La intermitencia es innovación, no poder nunca dejar de aprender, de formarte y de prepararte. Nuevas disciplinas o mejorar las aprendidas es una labor colectiva e individual en el mundo de la cultura. Esto exige un reciclaje continuo, exista o no exista empleo. Es un deber intrínseco del artista en tanto artista y no como recurso para la mejora en la jerarquía empresarial o como elemento de empleabilidad.
La intermitencia es trabajo sin empleo. La preparación de la obra, la realización del ensayo y la construcción de nuevos proyectos son momentos de la vida laboral del artista que se han ido conquistando como espacios de empleo pero que desarrollan en una tensión constante. Son momentos donde el productor no tiene posibilidad de rentabilización, son apuestas sobre el vacío en previsión de un éxito futuro que puede o no llegar. En esos momentos el artista busca sus medios de vida, en algunas ocasiones protegido (como en el caso de los ensayos y la prohibición de que sean gratuitos) en otras dependiente de sí mismo.
La temporalidad, la inseguridad, la formación y la preparación son cuatro elementos que se conjugan en el trabajador artístico y que le configuran tal y como es. Son cuatro elementos que en el resto de trabajos son considerados como negativos pues impiden el libre desarrollo del trabajador y le mantienen en la inseguridad dificultando su emancipación. En cambio en el trabajador artístico son necesarios para su desarrollo, son el medio en el que desarrollar la actividad, y son parte de la pasión de ser artistas.
No por aceptada, podemos ocultar que esta situación ha generado históricamente desigualdades entre artistas y el resto de trabajadores. Es necesario entender la intermitencia para integrarla para garantizar derechos y no solo poner parches a una situación necesaria.
Es en respuesta de esta intermitencia que necesitamos un Estatuto del Artista. Un proyecto ambicioso que reconozca nuestra idiosincrasia como trabajadores intermitentes y nos dote de protección. Es necesario entender que dado que la intermitencia es una característica estructural necesitamos de una estructura de garantía de los derechos, coherente y única; debemos apostar por un Estatuto del Artista y no solo por leyes para los artistas. Nuestra propuesta cree que el modelo anterior quería asimilarnos al resto de empleos “normales” y esto ha producido grandes avances, pero hoy toca dar un paso más y adaptar las leyes a la realidad del artista.
Es el momento de reconocer la intermitencia, asumirla y defender que es posible ser trabajador, artista y tener derechos.